Chambao
Ayer estuve viendo a LaMari en el Lope de Vega. La verdad es que ver a Chambao en un teatro sentados rompe toda la magia, y la primera media hora me aburrí un poco. LaMari estaba triste. Desde que está con la quimio, ha perdido la chispa en los ojos. Pero se dió cuenta: llevaba cuatro canciones que las cerraba cantando para los suyos, de espaldas al público. Así que se giró, y nos pidió que en la siguiente nos levantáramos todos del asiento (nosotros arriba, en el segundo anfiteatro, con vértigo pero con más ganas).
Entonces la sala se llenó de duende, y el embrujo de LaMari surtió efecto. De repente, todos nos movimos con su música, palmeamos, nos sentimos en una fiesta sureña, alrededor del fuego en la playa, con un cielo limpio y lleno de estrellas. Y bailamos, y palmeamos, y piropeamos a LaMari, que ahora está triste porqué ve que se nos va. Y nosotros también lo vemos. Y entonces lo vimos como si fuera "la última vez". Como si nuestras vidas acabaran después de aquella noche. Y la vivimos y bailamos con pasión, que es como se debe vivir. Lamiendo la miel de la vida cada segundo que pasa, con una sonrisa y cariño. Como LaMari.
Entonces la sala se llenó de duende, y el embrujo de LaMari surtió efecto. De repente, todos nos movimos con su música, palmeamos, nos sentimos en una fiesta sureña, alrededor del fuego en la playa, con un cielo limpio y lleno de estrellas. Y bailamos, y palmeamos, y piropeamos a LaMari, que ahora está triste porqué ve que se nos va. Y nosotros también lo vemos. Y entonces lo vimos como si fuera "la última vez". Como si nuestras vidas acabaran después de aquella noche. Y la vivimos y bailamos con pasión, que es como se debe vivir. Lamiendo la miel de la vida cada segundo que pasa, con una sonrisa y cariño. Como LaMari.
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